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viernes, 26 de diciembre de 2014

¿Cómo se transforma una tradición cultural o los Orígenes de la Gaita Zuliana

En Venezuela, en la región zuliana, existe una tradición musical que bien puede ser empleada para ilustrar la forma cómo se modifica históricamente un aspecto de la cultura y cómo los seres humanos actúan en estos casos. Un posible origen para este ritmo es el siguiente: El nombre parece provenir de la “gaita”, tal y como se popularizo en Europa en la baja Edad Media hasta el siglo XVIII. Dos aspectos se deben aclarar de inmediato, a saber, la “gaita” no se refiere solamente al instrumento a la forma que tiene este instrumento en Escocia, ni este se popularizó solamente es Escocia. Existen formas del instrumento que se parecen mucho a una flauta y en España, sobre todo en Aragón y Galicia, existió como algo popular para los días de la colonización, la gaita (en su forma europea). Estos dos aspectos son importantes para visualizar el camino que va a llevar hasta la gaita zuliana.
En relación a lo primero todavía en el sur del lago de Maracaibo, entre las comunidades negras, se utiliza un instrumento muy parecido a la gaita colombiana que es una flauta utilizada en los toques de tambor. Dicho instrumento se asocia al San Benito. La gaita colombiana como instrumento tiene el siguiente aspecto, sostenida en las manos por unas personas para su ejecución (Ver ilustración de la izquierda)
De hecho podría tener vínculos con instrumentos indígenas parecidos. En el caso colombiano se debe tocar al mismo tiempo la flauta “macho” y la “hembra” pero a todas luces se trata de un ritmo de vínculos afro, al menos en esta parte del mundo. Esta gaita se parece mucho a una cumbia, es tocada con ese ritmo y se la puede escuchar para comprobarlo. 

De hecho las vinculaciones indígenas del ritmo pueden verse en la siguiente ilustración de al lado (se trata de una fotografía de indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta fotografiados tocando gaita). Se utilizaban dos instrumentos al mismo tiempo (macho y hembra) junto con un tambor (el tambor debía formar parte), tal y como se realiza hoy en día en las comunidades de origen afro en Colombia. Parece que los orígenes indígenas de un instrumento con este nombre (“gaita”) se encuentran documentados por lo cual luego fue apropiado por las comunidades afrodescendientes (al menos en Colombia y Venezuela, en el sur del lago de Maracaibo). Y es así porque entre los negros colombianos se sigue tocando con el prerrequisito de que deben ser una flauta macho y una hembra, y también que se precisa un tambor. En este último caso, como era de esperarse y como es propio de todo proceso de asimilación cultural e hibridación, la flauta cambió un poco, junto con los tambores y el ritmo, es decir, los negros introdujeron estos instrumentos en un ritmo modificado, unas flautas alteradas y más tambores, es decir, realizaron una re-contextualización de los elementos para generar otra cosa. Para autores como Luis Antonio Escobar (1985) habría una “gaita precolombina”. Los indígenas, al parecer, kogui, Ijca y Sankala continúan tocando hoy en día. Escobar afirma que la denominación de gaita fue aplicada por los españoles a su llegada a América al ver a estos indígenas o algunos otros tocar este instrumento y ritmo porque de alguna manera, les recordaba lo que lo que ellos escuchaban en su España natal. Este autor afirma:


Indudablemente lo que más ha confundido, a legos y expertos, es el nombre con el cual se conocen estos instrumentos. No aparecen ni en diccionarios ni enciclopedias ni explicados ni dibujados tal como son. En el Reallexikon der Musikinstrumente de C. Sachs encontramos descripciones sobre la gaita gallega y sus relacionadas, Sackfeife, Drehleier, Schalmei de otras tribus y naciones y además el origen de la palabra árabe: ghaida. Estos instrumentos relacionados con la gaita árabe, turca, selta, española, etc., nada tienen que ver con las llamadas gaitas colombianas. John Storm Roberts en su libro, La Música Negra Afro-americana, nos relata que, "Dicho sea de paso, un oboe moro, llamada Rhaita se encuentra en España (donde se lo llama gaita) y en el África Occidental (los hausas lo llaman Alghaita)". Sería un tema demasiado extenso tratar de describir los orígenes y variantes de las gaitas. Lo cierto es que los instrumentos de los indígenas que analizamos quedaron bautizados por los españoles, muy mal bautizados, con el nombre de gaitas y ahora hasta los propios indígenas los llaman así. Tampoco debemos utilizar y así lo hacen algunos investigadores, la palabra KUISI, genérico de flautas y más precisamente CAÑA DE CARRIZO. En ambos casos no hay relación directa con las gaitas aunque estas se puedan catalogar como flautas de pico. Personalmente tres indígenas aruacos me han dado el nombre de SHARV para las gaitas (Escobar, 1985).


Se sostiene aquí que las flautas árabes, turcas, seltas y españolas nada tienen que ver con las gaitas colombianas, pero que el nombre, a pesar de todo, fue puesto por los españoles a su llegada, lo cual tiene bastante lógica. La denominación o el “nombramiento” dada por estos últimos no deriva de un estudio exhaustivo previo para luego realizarlo, ni nada parecido, sino una simple apreciación de semejanza, es decir, a los españoles les pareció que lo ejecutado por los indígenas se asemejaba a las formas de gaita escuchadas en sus tierras; y nos referimos, por supuesto, a las formas antiguas de gaita escuchadas en la colonia en España. Para lograr una aproximación a esto se debe escuchar formas antiguas de gaita española (gallega o aragonesa u otra). Y esto no puede ser simplemente desmentido, las personas asignan nombres no sólo por puro capricho. Hay razones (siempre hay razones) ocultas que se derivan de premisas culturales o simplemente intuitivas de la mente. Desde luego, la hipótesis más creíble es el parecido intuitivo de un instrumento o ritmo, o todo el conjunto, pero puede ser de la misma manera, el escenario en el que ocurría la actividad musical (pudiera tratarse de una “escena” que se parecía a la gaita española), o cualquier otro motivo. Las razones son complejas pero siempre motivadas. No son caprichos u ocurrencias de momento, son actos culturalmente determinados, históricamente condicionados.
De todas maneras, la intuición de Escobar es muy buena y suministra una pista interesante para el paso desde la gaita precolombina hasta la gaita negra o de las comunidades afrodescendientes, a saber, el “oboe moro” que, al parecer¸ también se le llamó gaita en España. En África este instrumento era conocido como Alghaita entre los Hausas. Como se trata del grupo étnico más difundido del África occidental tiene sentido que llegaran a América (a las costas colombianas  y al sur del Lago de Maracaibo) y que conocieran algo similar a la gaita de tipo oboe.
La referencia al oboe como una forma de gaita (como instrumento) es interesante porque no se trata ya de la gaita escocesa y porque algo parecido es tocado hoy en día acompañado con tambores en el San Benito, asociado a la Navidad en el Estado Zulia podemos hacer referencia al video titulado “Hausa_Music_in_Kaduna”) que muestra este tipo de toque entre los Hausas de Nigeria.



El toque es sorprendentemente parecido al que se puede escuchar todavía hoy día en Bobures y Gibraltar o Palmarito en el sur del Lago de Maracaibo, algo que sé por haber asistido a celebraciones del San Benito en estas comunidades. No cabe duda, de que el toque de San Benito, el que se escucha en las celebraciones asociadas al santo y en sus procesiones (recorridos del santo negro por el pueblo) tiene sus orígenes en toques de tambor de este tipo, que,  al parecer, se refieren a toques Zulú.



El video aficionado destaca el uso de la flauta u oboe. En este caso, a los tambores se les coloca una correa para ser tocados mientras se cargan sobre los hombres a pie en una procesión santoral, es decir, se trata de una procesión a un santo patrono pero acompañado con tambores. Se utilizan maracas también, durante el toque y se baila mientras se camina. Este tipo ritmo tiene una danza que lo acompaña que es también de carácter tradicional y cantos de origen católico. Sin duda, se trata de una conversión de los elementos tradicionales para su ubicación en el contexto de una procesión católica, regida por la iglesia católica. La reconfiguración, sin embargo, no debe apartarnos de la visualización de los elementos más esenciales y originarios. Se trata de una fusión de rasgos culturales, de elementos diversos. Puede ser que, originalmente, los tambores no hayan tenido correas para ser transportados de un lugar a otro, que se tocaran fijos en el suelo, en un solo lugar, pero las procesiones son traslados de un lugar a otro con el santo a cuestas con el sentido de pasear el santo por las calles del pueblo porque así era determinado por la tradición católica, pero ello no impide que se la añadan unas correas para ser tocados a pie mientras se avanza, lo cual significaba una adaptación ingeniosa o más que adaptación, una adecuación al contexto simbólico cristiano que exige otras características, y puede ser, del mismo modo que la flauta u oboe tradicional tuviese un carácter originario que con el tiempo pudo transformarse, o que el ritmo no fuese acompañado en sus inicios por alguna danza. Todos estos elementos pueden ser agregados, sobre todo este último, ya que, como se sabe, los pueblos africanos aprovechan las danzas para casi todas las celebraciones que impliquen alegría o expresiones de regocijo. Se baila para celebrar, para expresar el júbilo y nada de raro tendría que, animados por los sacerdotes, se bailara para celebrar el aniversario del “santo negro”, como se le conoce por estas tierras.
Es interesante que un tipo de oboe usado en África y España en la época de la colonia con los nombres equivalentes al de “gaita” nos haya conducido hasta la música del San Benito, como celebración navideña, en el sur del Lago de Maracaibo, o hasta la gaita colombiana, pasando por la gaita precolombina de la Sierra Nevada de Santa Marta; sobre todo en este último caso, por las conocidas influencias de Colombia sobre Maracaibo, capital de la gaita zuliana. De hecho, varios historiados tienen a la región zuliana como perteneciente a la órbita de aquel país hasta entrado el siglo XX, como formando parte de una región económica única, a pesar de su pertenencia formal con Venezuela. La región marabina constituía un solo  circuito comercial el nororiente colombiano (ver Cardozo, 1991). 

Un relato interesante sobre el origen de la zuliana es el siguiente: 


Mucho se habla de la gaita, sobre todo en navidad. Hay quienes aseguran ser sus cultores, defensores, interpretes, pero todos coinciden en que nuestro género zuliano junto a la música criolla, son los grandes monarcas del folklore nacional. Seguidamente, y como regalo de Navidad, podrán disfrutar del testimonio de Ramón Herrera Navarro. Existen varias versiones sobre el origen de la gaita, pero hay uno que me relató Alfonso Huerta Bracho, quien en vida fue un gran gaitero, compositor e investigador de la gaita por allá por el año 1982, cuando le hice una entrevista para un programa radial sobre la gaita que se transmitía en una emisora caraqueña. Alfonso Huerta Bracho explicó, en una entrevista para un programa radial sobre la gaita que se transmitía en una emisora caraqueña, que había decidido escribir un libro sobre el origen de la gaita porque, lamentablemente, no estaba conforme con lo que habían hecho con la información que al respecto le había suministrado algunos escritores de libros y/o artículos relativos a la gaita. Comenzó explicando que la versión del nacimiento de la gaita que iba a relatar, en realidad no era de él. Que la había tomado de un cuaderno que se encontró en un baúl perteneciente a uno de sus antepasados, que lo tenían abandonado en un rincón de su casa y que nadie se había atrevido a abrirlo, presumiblemente por respeto a él; pero que él decidió hacerlo, porque pensó que algún día alguien tendría que hacerlo, y así fue como se encontró con esa agradable sorpresa. Según lo indicado en ese cuaderno, la gaita nació un 4 de diciembre de 1782 en el cantón de Gibraltar del estado Zulia. La inspiración del canto que le dio origen a la misma surgió después de que el amo de la finca Santa María le dio un golpe en la espalda a un negro esclavo, llamado Simón Chourio, por no atender rápidamente una orden suya. El negro Chourio, al caer de rodillas al suelo, dijo llorando: "Ya esto no puede ser/ como nos tratan los amos". Su hermana, María Dolores Chourio que se encontraba detrás de él, y quien también era esclava, al oírle ese lamento le dijo suavemente al oído: "Y si se lo reclamamos/ nos hacen más padecer". Al oír esto, ambos repitieron al unísono la primera parte del verso: "Ya esto no puede ser". El negro Simón, cuando su hermana le completó el verso, se levantó gritando y diciendo: "Ya está, ya está". Su hermana creyendo que Simón se había vuelto loco le preguntó qué le pasaba, él respondió cuando ya estaban en el establo donde todos sus familiares dormían como animales. que ya había compuesto el canto de reclamo y de protesta contra los amos por el mal trato que recibían y que desde hacia algún tiempo estaba de concebir. Seguidamente se preguntó que cómo harían para dar a conocer este canto de protesta a sus amos. El negro Francisco, quien sabía leer y escribir y fungía de representante de los esclavos, sugirió que se pidiera permiso a los amos para hacerlo, y estos últimos les concedieron el permiso, siempre y cuando lo hicieran antes de su fiesta, que era el 24 de diciembre. La idea de los negros era hacer una fiesta parecida a la que hacen los españoles, imitando los cantos de aguinaldos y villancicos, con motivo de la celebración de las Navidades y, en vista del permiso concedido, resolvieron entonar el canto que habían compuesto, el 12 de diciembre de 1782. Ese día, en horas de la noche, en la finca Santa María, encontrándose los dueños sentados en unos hermosos sillones y los pobres negros en el suelo, empezaron a cantar. El primero en hacerlo fue el negro Simón, quien al ver que a su madre Natividad la traían en un inmundo catre, lanzó el siguiente verso: "Ay mi mami da dolor/ de vernos en qué desastre/ como cama un duro catre/ por culpa de este color". Los otros negros se sumaron al clamor y comenzaron a entonar: "No porque seamos negros/ nos traten como animales/ viviendo en los corrales/ como si fuéramos ogros". Otro negro prosiguió: "Nos tratan de pobres/ pero somos de alma blanca/ con una sonrisa franca/ y muy sinceros e íntegros. En cambio los que son blancos/ tienen negro el corazón/ nos quitan sin compasión/ nuestro hijos cuando nacen". Prosiguieron cantando: "Me arrancaron al nacer/ de los brazos de mi madre/ y mataron a mi padre/ por quererme defender". El negro Francisco viendo que los amos se estaban alterando con los versos dijo señalando al cielo: "El sol de la libertad/ ya muy pronto va a nacer/ por nombre le han de poner/ Simón de la trinidad", añadiendo: "Y es quien nos va a libertar/ se los digo desde ya/ y una negra es quien será/ la que lo va a amamantar". Otra negra esclava de nombre Candelaria, mirando a francisco le dijo: "Y otro negro extenderá/ la mano a ese gran Señor/ le verá tanto valor/ que en la cárcel lo ayudara. El pasará muchas penas/ pero siempre triunfará/ y al negro le quitara/ de las piernas las caderas". Los españoles, viendo que ya no podían seguir soportando más todo lo que le estaban diciendo en el canto, explotaron airadamente y los mandaron a azotar. A la pobre negra Candelaria, fue tantos los golpes que le dieron que falleció al otro día. Al resto de los negros, después de azotarlos, les mandaron a poner en los cogotes un cepo de los que antes se usaban con un palo, y en los pies les pusieron cadenas. Uno de los negros, a pesar del estado en que se encontraba, echó este verso: "Mi voz no la callaré/ porque tengo la razón/ esto lo sabrá Simón/ porque a él se lo diré", y remato con este último: "Hasta la vida daremos/ por ese Libertador/ Ese será todo un señor/y con que amor le serviremos". Así pues nació la gaita, según contó Alfonso Huerta Bracho. Que en paz descanse. Cada año que siguió, los esclavos continuaron entonando sus protestas y cada 2 de febrero le cantaban versos a la negra Candelaria. "Tu que ya no estas presente/ buena negra Candelaria/ aquí todos en plegaria/ te lloramos tristemente/ y eso será eternamente/ mientras nosotros duramos/ a la gaita le cantamos/ y a tu nombre consecuente". Luego de todos sucesos, por allá por 1809, un año antes de nuestra independencia, los negros del mismo cantón de Gibraltar cantaron los siguientes versos: "Ya el aire que está soplando/ tiene olor a libertad/ muy pronto se verá/ a los pueblos protestando/ nadie quedará en las casas/ porque a las calles saldrán/ libres, libres gritaran/ reunidos en las plazas/ ya dispuestos a triunfar/ a nadie le temerán/ a su tierra librarán/ de tan pernicioso mal/ y los pueblos en lealtad/ al gran acontecimiento/ aportarán muy contentos/ sus vidas por la libertad"


El relato puede ser nada más que de contenido simbólico, o puede que no sea de esa manera, pero resulta interesante la cantidad de detalles suministrados, entre ellos, las letras de supuestas gaitas originarias, y nombres de personajes creadores de la gaita, con la vinculación, que probablemente sea lo más importante, con las poblaciones negras del sur del lago, entre ellas, una muy importante, como es Santa María. Ella habría nacido de entre los restos históricos de la hacienda del mismo nombre, y varios otros datos como el carácter de canto de protesta que siempre se ha asignado a la gaita zuliana. Llama la atención el hecho del suministro de una fecha de nacimiento a la gaita. El relato presupondría que algo llamado “gaita” se habría practicado en el sur del lago entre las poblaciones negras con centro en Santa María, ya para el siglo XVIII, que tales poblaciones las cultivaron hasta que, en algún momento llegó a Maracaibo. Es probable que entre tales poblaciones se practicaran varios tipos de gaitas, entre ellas, las que hoy en día todavía se consiguen en Colombia en poblaciones negras también. La denominación gaita provendría de uno de los instrumentos del ritmo, a saber, una flauta tipo oboe que los negros tomaron de los indígenas. Para el momento, en que aparece no se trata de un instrumento indígena, ni de un ritmo musical indígena, sino afro. Las poblaciones del sur del lago trasladan el protagonismo de dicho instrumento a los tambores y lo convierten en un ritmo musical (no ya la ejecución de un instrumento como tal). Todo esto requiere explorar las similitudes entre las gaitas negras del sur del lago de Maracaibo y las gaitas negras colombianas, tal vez también buscar sus semejanzas con las gaitas precolombinas.
Otro aspecto es el que puede ser conseguido en la prensa local (marabina) de inicios del silgo XX. En una ocasión, hurgando yo en periódicos antiguos con motivo de mi participación en el grupo de investigación de historia de la Universidad del Zulia, me topé con un artículo o aviso de prensa muy particular, lleno de detalles que me intrigaron. Se refería a una resolución de la prefectura del Distrito Maracaibo por el que se prohibía “algo que se denominaba gaita”, así decía el artículo, y que se cantaba por las calles. La resolución decía varias cosas importantes, porque hacía referencia a los disturbios que se formaban por motivos de las gaitas; entre otras la resolución señalaba lo siguiente:
a)      Que se trataba de una manifestación popular o del pueblo llano (no involucraba a personas cultas o de clase social elevada)
b)      Que se cantaban frases en contra de las autoridades establecidas
c)      Que se cantaba por las calles mientras se caminaba (“gaita en procesión”), tal vez a la manera cómo se hacía con los villancicos de la época navideña.
d)     La resolución veía con extrañeza la gaita y parece hacer referencia a la misma como algo poco conocido (se expresaba en términos de “eso que llaman gaita”), o de algo que las autoridades veían con enojo. No se puede determinar mediante el texto de la resolución a cual de las dos interpretaciones se refiere, o si se trataba de las dos, es decir, que era algo poco conocido por las autoridades o que era detestada por el hecho de que se proferían ofensas en contra de los gobernantes.
La resolución con la fecha y demás datos se me perdieron pero la tuve en mis manos (extraída de entre los periódicos que se encontraban en la Hemeroteca del Esta Zulia, en Maracaibo, cuando se encontraba en el viejo edificio por allá por inicios de los 90 del siglo pasado, siglo XX), y deja ver haciendo otro tipo de interpretación que:
a)      Implicaba la gaita un canto protesta de carácter político y alborotos vecinales (la resolución prohibía dichas manifestaciones por estas razones).
b)      Se trataba de una manifestación netamente popular del pueblo más llano y pobre.
c)      Se trataba de una manifestación cultural navideña, probablemente asociada a los cantos de villancicos que se realizaban por las calles (lo cual no descartaba que llegara a las casas de familia y se instalara allí por ratos). Como se sabe, hasta fecha reciente la gente colocaba “banderas” en sus casas para recibir las gaitas y los gaiteros como ocurría en el Empedrao y Santa Lucia, también en el Saladillo (la resolución prohibía las gaitas por la época navideña en la ciudad de Maracaibo).
Esto debería guardar relación con las gaitas que se tocaban en el sur del Lago que también eran toques de “procesión” o en los que se tocaba y caminaba al mismo tiempo (esta gaita de comienzos del siglo en Maracaibo, tenía esta misma característica), aunque ya se trataba de un “villancico” muy especial que tal vez acompañaba a las “pastoras” con las cuales la gente marchaba cada mañana para preparar (al menos este era el sentido católico) la venida del niño-Dios. Ya aquí esta gaita adquiere su forma más moderna, luego de recorrer un largo camino.
El panorama estaría claro, y las conclusiones para esta nota del diario serían las siguientes:

Conclusiones:

a)      La gaita se refiere originalmente a un nombre aplicado por los españoles a un instrumento y un ritmo musical a la vez que practicaban ciertos grupos indígenas (sociedades o etnias) en el área de la Sierra Nevada de Colombia, tal vez, cuenca del Lago de Maracaibo, como región histórica de raíces prehispánicas.
b)      A la llegada de los africanos a estas tierras (a la región histórica señalada) se apropian con el tiempo del instrumento y ritmos originales y los transforman, sobre la base de toques de tambor previos (uno de los cuales evolucionó luego como San  Benito). Esto dio lugar a varias formas de “gaita”, una típicamente colombiana relacionada con la cumbia y el vallenato (de hecho, serían las raíces de estos últimos), y otras practicadas en el sur del lago que luego evolucionaron hasta la gaita zuliana como se conoce en el presente.
c)      Tal vez para el siglo XVIII ya se practicaba “gaita” en el sur del Lago, en poblaciones como Santa María
d)     La denominación “gaita” en estas zonas fue posibilitado por el uso del término en los días de la colonización a una suerte de oboe utilizado en España al que se le llamaba de esa manera. No se relacionaba con las características propias de la conocida “gaita escocesa”, aunque sí en el sonido. No en las características finales del instrumento pero si en el sonido. Es decir, habían especie de flautas para aquellos días a los que se le llamaba “gaitas”. La flauta larga y dulce ya era utilizada por los indígenas y la consiguen los españoles a su llegada.
e)      La gaita moderna (marabina) se encontraba asociada al villancico y probablemente fue, primero, elaborada en las poblaciones negras del sur del lago donde se tenía la tradición de las gaitas, por un lado, y además, cantadas en procesión por las calles. Tal vez también, cantadas como preámbulo a la venida del niño-Dios del 24 de diciembre. Los tres elementos, al parecer, estaban ya presentes en tales poblaciones, es decir, la denominación como tal (con el uso del instrumento “gaita”), el “canto en procesión” por las calles, y la vinculación navideña de la manifestación cultural; además estas poblaciones tenían cantos parecidos, como el chimbángueles del San Benito. En esto, aquellas comunidades eran un semillero de variantes de gaita. Esto conectó con los cantos de villancicos que ya se realizaban por toda Venezuela, desde tiempos inmemoriales, entre ellas, en la ciudad de Maracaibo, que tenían características semejantes y para lo cual, por lo tanto, la gente estaba preparada, a saber, era un canto y música de procesión por las calles y era navideño. Lo que hizo la gaita fue mutar esta tradición agregando tambores, el oboe tipo gaita y unos cantos que tenían otras letras. Los villancicos, por su parte, dejó el cuatro como instrumento constitutivo. La nueva tradición que se instauró tenía cuatro, tambores, “gaita” y seguramente maracas; a las letras tradicionales se le agregó letras de protesta contra el poder y los amos. Se debe averiguar si ya esto tenía esta forma en las comunidades negras y adquirió su forma final en las barriadas más populares de Maracaibo (el Empedrao y el Saladillo), pero da lo mismo, es decir, la mutación de tradición se produjo. Con el tiempo, desapareció el oboe llamado “gaita” pero se conservó el nombre, el protagonismo de este fue asumido por el cuatro porque al fin y al cabo se trataba de un villancico transformado y este tenía que ser el requisito. En los villancicos venezolanos, el cuatro es el acompañante melódico, aquel instrumento que pone los acordes para cantar. Aunque de vez en cuando se escucha un instrumento tipo gaita en las gaitas modernas. Se observa aquí que la gaita zuliana es para ser cantada, es decir, las voces tienen un protagonismo que no se entiende muy bien en las gaitas del sur del lago, entre las comunidades negras.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Escobar, Luis Antonio. 1985. La música Precolombina, Fundación Universidad Central. Bogotá, Colombia.[Ver artículo sobre las “gaitas precolombinas” que aparece en http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/antropologia/musicprec/musicprec15.htm. Consultado el 21 de diciembre de 2013. Tiene una biblioteca virtual muy interesante con documentos históricos originales de diferentes tópicos]
Cardozo, German. 1991. Maracaibo y su Región Histórica (El circuito agroexportador, 1830-1860), Editorial de la Universidad del Zulia. Maracaibo, Venezuela.

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